Lío

A veces para cambiar la historia hay que romper haciendo lío. No siempre cabe en el tiempo la posibilidad de un replanteo eterno. Uno en el fondo sabe la verdad de la milanesa. Pensar cómo y cuándo, te arrastra a un camino que no tiene puerta de salida.
La eterna racionalización del quilombo te lo enquista aún más.
Cuando uno ya sabe qué pero no se anima a cuándo ni cómo, lo mejor es abrir esa puerta con una linda patada.
Uno tiene que permitirse romper. Bardear un poco. Hacer lío.
Seguramente, después vendrá lo de siempre. Juntar los pedazos. Bancarte las caras de culo que te marcan que te mandaste una cagada y, sobretodo, el sentimiento de culpa que te vas a colgar porque se te cayó algo que se supone no lo cuidaste bien.
Todo eso de lo que estás huyendo, es lo mismo que te espera a la salida del mismo quilombo que estás intentando resolver con diplomacia hace días devenidos en siglos.
¿Cuántos días viviste el mismo día ?¿Cuántos años viviste el mismo año? ¿Cuánto tiempo más vas a seguir pensando cómo salir de dónde querés salir ?
No siempre uno resuelve pensando. Muchas veces uno resuelve sintiendo. Y cuando es así, te llevás de regalo la certeza de que eso que rompiste, no te servía más.
Dejá de pensar lo que ya venís pensando hace rato y salite de tu cabeza.
Rompé y hacé lío con vos. Andá a buscar lo que decis que querés. Jugate algo distinto. Que te tiemble el alma de adrenalina y no de angustia. Rompé con eso de una vez. Que siempre es preferible vivir una revolución por un tiempo y no perder el tiempo soñando con esa atrevida revolución.
Dale, rompé. Porque de juntar, por más que te lleve la vida tu decisión, no vas a zafar igual.

Lorena Pronsky