Hay miradas y miradas. Miradas de amor. Miradas indiferentes. Miradas de odio. Las hay como trampas, esas que nos traicionan y dicen algo cuando no queremos decir nada. El Mirar y el ser mirado. Miradas tristes o felices, la de la culpa. Y aquella brillante que no se olvida. Mirada robada como un beso.
Un mirar que cada día se te va apagando, una noche que no es ayer sino hoy, y un mañana que rompe ojos de engaño.
GABRIEL O. ALVAREZ
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